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Madjarica, rica, rica |
Fotogénica, deliciosa y un poco latosa, sí, pero todo el trabajo
que da lo devuelve con creces al hincarle el diente: éxito garantizado. Esta
preparación tradicional croata llamada Madjarica está hecha de capas
superpuestas de bizcocho-galleta y crema de cacao con una cobertura final de
chocolate. Os preguntaréis si son necesarias las 14 delgadas capas de bizcocho
y chocolate que lleva. Pues sí, imprescindibles. Cuantas más capas, más rica y
además ¡es tan bonita! Basta con darle el primer bocado para paladear ambos
sabores fundiéndose sin dejar de ser ellos mismos. Misterioso pero sabroso.
Habrá quien prefiera la versión exprés, la clásica tarta de
galleta María y chocolate, sin duda también maravillosa y fácil, mazacote, pero
apañada. Pero si buscáis una textura más sutil y tenéis tiempo y pequeños
pinches que os ayuden, intentad la aventura de la Madjarica. Armaos de
paciencia, porque vais a manchar cacharros a tutiplén, goteará chocolate por
doquier y nunca sabréis si la masa está demasiado blanda o la crema de cacao
muy espesa. Pero seguro que repetiréis.
Madjarica
Base de bizcocho-galleta
600 g de harina
2 cucharaditas de levadura de repostería
3 huevos
150 g azúcar
150 cl de nata líquida
60 g de mantequilla
50 g de aceite
1. Reblandecer la mantequilla en un cuenco hasta obtener una
pomada, poniéndola medio minuto en el microondas o calentándola al baño María.
Mezclarla con el azúcar. Añadir los huevos uno a uno integrándolos bien y a
continuación el aceite y la nata. Por último, mezclar bien la levadura con la
harina y añadirla a cucharadas al bol hasta obtener una masa que terminaremos
amasando hasta que quede homogénea. Esta masa tiene que estar blanda pero que
no se pegue en exceso a los dedos, en este punto tal vez haya que agregarle
algo más de harina, queda más o menos como la masa para hacer galletas o
rosquillas. Dejarla reposar unos minutos y dividirla en porciones de unos 125
g.
2. Moldear cada bolita con las manos estirándola sobre un papel de
horno rectangular, aplanándola con el rodillo de cocina hasta conseguir una
lámina lo más delgada posible sin que se rompa. Si se rompe volver a formar la
bolita y repetir el proceso. Después habrá que cortar esta oblea formando un
rectángulo de unos 20 cm de largo por 16 de ancho. Con estas medidas nos cabrán
dos obleas a la vez en la bandeja del horno, al menos en mi horno. Tomar
medidas exactas según la capacidad del vuestro, pues es importante que quepan
bien y no se curven. Hay que cocinarlas sobre el papel de horno para poder
cogerlas sin que se rompa la masa. Cocinaremos las obleas a 190º C durante unos
6 minutos, y las sacaremos justo cuando empiecen a tomar color por alguna
esquina, pues acaban de hacerse con su propio calor una vez fuera y si nos
pasamos de cocción se quebrarán al manipularlas.
3. Con estas proporciones saldrán unas 8 o 9 obleas rectangulares,
con siete es suficiente para la tarta, pero conviene hacer de más porque
siempre se rompe alguna. Los recortes no se desperdician porque están
riquísimos como galletas. y si esperas un poco podrás mojarlos en el chocolate
que te sobre.
Relleno de crema de chocolate
400 cl leche
200 cl de nata líquida
250 g de chocolate para fundir
60 g de chocolate en polvo
3 cucharadas de azúcar
Extracto de vainilla
3 cucharadas de harina
1 sobre de gelatina neutra o agar-agar
1. Cocer la leche con la nata, el azúcar y la vainilla en un cazo.
Calentar hasta que rompa a hervir y retirar. Diluir el chocolate, ya fuera del
fuego, removiendo continuamente para que no se pegue al fondo. Añadir el
chocolate en polvo y las cucharadas de harina. Calentar moderadamente para que
comience a espesar sin dejar de remover, cuidando de que no se queme. Añadir la
gelatina o el agar-agar, previamente disuelto en 50 cl de agua fría. Apartar y
dejar enfriar hasta que esté a unos 30º C removiendo para que no se forme
costra y el espesor sea algo más denso que un yogur.
2. Preparación de la tarta
Sobre un papel de horno bastante más grande que las medidas de la
tarta, se coloca la primera capa de bizcocho y sobre ella se extiende una capa
de chocolate ayudándose de espátula o cuchillo para cubrir toda la superficie.
Dejar reposar dos minutos y colocar otra capa de bizcocho. Al hacerlo es normal
que algo del chocolate se desborde, pero si está muy líquido se derramará casi
todo y la tarta se quedará falta de contenido. En ese caso habrá que espesar el
relleno de chocolate añadiéndole más chocolate para fundir o más harina.
Seguiremos colocando capas de bizcocho y chocolate, alternativamente,
acabando con una de bizcocho. Una buena media es de siete capas de bizcocho por
seis de relleno. En este momento ceñiremos los bordes de papel de horno sobre
los lados de la tarta para que hagan de muro de contención al chocolate que
tiende a desbordarse, si hace falta ponemos clips en las esquinas para
sujetarlos. Metemos la tarta en la nevera durante al menos una hora, mejor si
la tenemos más tiempo.
Cobertura de chocolate
125 cl de agua
3 cucharadas de azúcar
150 g de chocolate negro para fundir
30 g chocolate en polvo
65 cl de nata líquida
3 cucharadas de aceite o 50 g de mantequilla
10 g de gelatina neutra o un sobre de agar-agar diluido en 50 cl
de agua
Poner el azúcar con el agua hasta que hierva y espese un poco.
Apartar del fuego y diluir el chocolate. Añadir el chocolate en polvo y la
nata. Diluir la gelatina en el agua fría y añadirla al chocolate. Batir y colar
para evitar grumos. Esperar a que baje a 30º C.
Ahora se saca la tarta de la nevera y se desprende el papel que
cubre los laterales. Colocar la tarta refrigerada sobre dos tazas para que
sobresalga y verter la cobertura de chocolate sobre ella, igualando con una
espátula o cuchillo. Pueden cubrirse también los lados o dejar a la vista las
capas. Finalmente hay que dejarla en la nevera, unas horas o mejor un día
entero, pues estará más rica y será más fácil de partir.
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